jueves, 24 de junio de 2010

Noite da Queima na Cidade Meiga.

El olor de la ciudad a madera y sardina junto a un sol radiante anunciaba la llegada de la noche más esperada de los coruñeses. Los padres paseaban a sus hijos, los turistas se acercaban a la Calle de los Vinos, los jóvenes abarrotaban los supermercados y arrastraban consigo quilos y quilos de madera, cada cual de una forma más original que el anterior. Como mis raíces afloran a la otra orilla de la costa yo ansiaba y temía por igual el momento de encender las luminarias.
Y allí estaba yo, sentado frente al mar, desafiándolo silenciosamente: a mi lado, el calor de mi gente; al suyo, el abismo.
Las hogueras no tardaron en prender y como todos los años, la playa abarrotaba de gente y alcohol. Poco a poco me fui sumergiendo en la magia de esa noche única. Primero se quemó la falla, dando el pistoletazo de salida a los ya más que tradicionales fuegos artificiales. El siguiente paso era escribir los deseos. Sorteándonos el escaso papel y el único bolígrafo, el turno llegó a mí. Tras vacilar un poco, me separé del grupo y me dispuse a escribirlos, para después ejercer de pagano quemándolos en la hoguera y realizando los tres imprescindibles saltos.
Volví a mi lugar y me dediqué unos instantes. Era la primera vez que me reencontraba conmigo mismo. Sentía como la paz inundaba cada rincón de mi cuerpo y mis emociones se estabilizaban. La magia de San Juan embargaba mi alma.
Contemplé primero de nuevo el horizonte difuminado en el cielo estrellado y recordé a todos aquellos que me ayudaron a llegar con mis pasos a la orilla en la que me encontraba. Acorté distancias e hice una panorámica de 360º, observando como el fuego iluminaba las sonrisas que el karma le devolvía a los míos. Por ultimo volví a mí y pude sentir mi corazón latiendo más fuerte de lo que podía recordar. Cerré los ojos y agradecí los abrazos que la brisa me obsequiaba mientras me prometía no olvidarme nunca más de quién soy.

miércoles, 16 de junio de 2010

2 º T.O.

Y tú, tú, tú sois mi suerte.
(Gracias por el vídeo Luci!)

martes, 15 de junio de 2010

Tragicomedia de Calisto y Melibea

MELIBEA.- Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir adonde yo estó, que estoruaras la presente habla, que te quiero fazer. Lastimado, serás breuemente con la muerte de tu vnica fija. Mi fin es llegado, llegado es mi descanso e tu passión, llegado es mi aliuio e tu pena, llegada es mi acompañada hora e tu tiempo de soledad. No haurás, honrrado padre, menester instrumentos para aplacar mi dolor, sino campanas para sepultar mi cuerpo. Si me escuchas sin lágrimas, oyrás la causa desesperada de mi forçada e alegre partida. No la interrumpas con lloro ni palabras; si no, quedarás más quexoso en no saber por qué me mato, que doloroso por verme muerta. Ninguna cosa me preguntes ni respondas, más de lo que de mi grado dezirte quisiere. Porque, quando el coraçón está embargado de passión, están cerrados los oydos al consejo e en tal tiempo las frutuosas palabras, en lugar de amansar, acrecientan la saña. Oye, padre mío, mis vltimas palabras e, si como yo espero las recibes, no culparás mi yerro. Bien vees e oyes este triste e doloroso sentimiento, que toda la ciudad haze. Bien vees este clamor de campanas, este alarido de gentes, este aullido de canes, este grande estrépito de armas. De todo esto fuy yo la causa [...]

Fernando de Rojas. La Celestina. (Acto XX)

jueves, 10 de junio de 2010

martes, 1 de junio de 2010

Querido Lector:

Gracias. ¿Por qué? Por todo. Por lo que fui y por lo que soy. Porque seré una parte de ellos, de ti y de mí. En lo que hemos fallado, mañana será mi punto fuerte y en lo que hemos ganado hoy conforma mi persona, con nuevos errores que cometer, con nuevas experiencias por vivir.
Gracias porque aquello en lo que creía no era más que un impulso hacia delante, un apoyo abstracto que me acompañaba allá por donde fuera. Porque aún me faltan años para la senectud, para el olvido; pero me sobran años de recuerdos, de estampas. Ilusiones en ocasiones improbables de cumplir y más veces, ilusorias; algo a lo que aferrarse cuando la razón no está de tu parte.
Gracias por la esperanza que me regalaste, porque en los momentos difíciles fue mi mejor amiga, descontando las horas y los pitillos consumidos.
Querido Lector, me gustaría devolverte el favor ofreciéndote mi más sincero amor, mi más falso olvido y mi fluctuante sonrisa. Quizás la naturaleza me escuche mientras ritualizo la noche más corta y a la vez más larga del año, la misma que me condujo hacia la época más feliz de mi existencia; pero mi razón, esa que nunca ha estado a mi lado, se afianza a la lógica de que el ciclo está cerrado, ya es hora de empezar de nuevo y que la serpiente que muerde la cola pueda dejar de ser prisionera del dolor, del egoísmo. Porque madurar no es solo ser independiente, es mucho más que eso, es saber actuar de forma coherente, reflexiva. Más de uno diría que la razón ha podido con el corazón...yo te digo, querido lector, que mi corazón es hoy quien le pide a mi razón ayuda, dejando atrás luchas que ya estaban perdidas. Nunca he estado preparado para los grandes cambios, son ellos los que me han formado para luchar por lo que quise, por lo que quiero. Así que hoy me enfrento a gigantes como lo hizo 400 años atrás Don Quijote de la Mancha, advirtiendo como él que esta batalla se libra en mi cabeza, pero con una ventaja: mi camino aún no se ha prescrito.
Así que solo me queda agradecerte todo aquello que hace que hoy de un paso enfrente sin conocer qué es lo que me depara y sin comprender exactamente el por qué debo hacerlo, como tampoco supo Paulo Coelho cuando emprendió su camino físico y espiritual hacia Santiago de Compostela.

Gracias por teñir estas palabras de un sabor agridulce, porque eso me recuerda que aún sigo vivo. Tan vivo, que lo único que hoy temo es a vivir demasiado.


"Caminante son tus huellas el camino nada más; caminante no hay camino, se hace camino al andar" Antonio Machado.